En aquella misma plaza retumban de nuevo las consignas y la esperanza de un mundo mejor. Renace de las cenizas la utopía, entra por la sangre nueva, se erige entre cada neurona y estremece las gargantas, de donde sale como estallido anunciando que ha vuelto, que esta mas presente que nunca.
Paco Ignacio Taibo también las había visto y les dio la bienvenida, son fantasmas dijo y las almas de aquel 2 de octubre de 1968 respiraron a través de cada uno de nosotros ahí presentes.
Efectivamente, como bien había dicho Taibo, estábamos tomados de la mano, ahí mismo, en ese justo momento, con aquellos estudiantes Magonistas enfrentando la dictadura porfiriana, con las cabalgatas de Pancho Villa y Emiliano Zapata entrando a la ciudad de México y destruyendo el porfirismo y la dictadura de Huerta, con los chavos del 68, todos en ese momento reunidos.
Sólo de pensarlo era estremecedor. Acudimos a esta cita con la historia cientos de jóvenes y estudiantes convencidos de que es ahora nuestro turno, de que nos toca impulsar esta gran libertad, alcanzarla, transformar este país, limpiarlo, regenerarlo.
La chispa ya prendió, “gracias Ibero por ese viernes negro” se escuchaba en las multitudes. Aquel edificio Chihuahua como parte del escenario parecía vernos sonriente: lo están haciendo de nuevo.
La unidad hoy, como en aquella ocasión, es la mas fuerte de nuestras armas, no importa de que escuela vengas, si eres estudiante de escuela pública o privada, eres estudiante, eres joven y eso es lo que importa, es lo que nos une.
Tenemos el futuro por delante y todo el derecho de querer construirlo esperanzador, alentador, transparente.
Es nuestro turno y lo hemos entendido.
Nos convoca las ganas arrebatadas de un cambio, la energía para edificarlo.
En cada palabra, en cada discurso de los estudiantes que tomaron el micrófono se mostró: basta de mentiras, de violencia, de manipulación, de hambre, de ignorancia y represión.
El espíritu joven despertó y entonces AMLO tomó la palabra: “Hace un mes que estoy muy contento porque mi generación ya tiene relevo, ya tenemos a quien pasarle la estafeta” y nos rehicimos felices y orgullosos; eso queremos ser, eso empezamos a ser.
Una experiencia invaluable, indescriptible, los jóvenes vuelven a cimbrar a aquellos que hasta hace poco se sentían intocables.
Actúan medievalmente ante estas manifestaciones del siglo XXI.
Morderán el polvo, no está en el cálculo de miles y millones de jóvenes y estudiantes, bajar las manos, derrumbar el sueño, continuar a la sombra de aquellas generaciones valientes y guerreras.
Se está demostrando que ahora, estas generaciones, quieren hacer historia, quieren cambiar el rumbo mediocre de nuestra historia. Vamos a transformar a México.