Desenmascarando a la PF de Garcia Luna.
Noé Robles Hernández, principal testigo en el caso del joven Fernando Martí, ejecutado en 2008 luego de 53 días de cautiverio, estuvo sometido a presión de agentes de la Policía Federal cercanos a Genaro García Luna durante más de dos años, hasta que en 2011 pudo rendir su declaración por escrito y desmontar la estrategia incriminatoria de sus captores. Proceso publica por primera vez su versión y pone en evidencia la que difundieron los funcionarios de la dependencia de García Luna, en particular Luis Cárdenas Palomino.
2013-01-19
Noé Robles Hernández y siete personas más fueron detenidos el 16 de julio de 2009 por su presunta responsabilidad en el plagio y homicidio del menor Fernando Martí, cuyo cadáver apareció en la cajuela de un auto en la Villa Olímpica, al sur del Distrito Federal, en agosto del año anterior. Los agentes, subordinados a Genaro García Luna, se apresuraron a implicar a Noé y a relacionarlo con la banda de Los Petriciolet, a la que atribuyeron el secuestro.
Presentado como principal testigo de cargo en el caso, Noé expuso ante el Ministerio Público (MP) y ante el juzgado que lleva la causa penal, que los cargos que se le imputan son falsos.
En documentos fechados el 4 de agosto de 2009, días después de su captura, Noé aclara que no fue detenido en una casa de seguridad, como sostienen los agentes federales, ni estaba con dos de las víctimas de la banda a la que supuestamente pertenece.
Durante horas estuvo encerrado en una camioneta e incluso fue torturado por sus captores, hasta obligarlo a aceptar su culpabilidad, mientras los agentes grababan en video su declaración, que ratificó ante el Ministerio Público al cual fue llevado 24 horas después de su detención.
Bajo amenazas y presiones psicológicas, dice, fue obligado a hablar en cuatro ocasiones con Alejandro Martí, padre de Fernando, para que repitiera que fue él quien mató al menor y no los presuntos autores que señalaba la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF). Martí siempre estuvo acompañado por Isabel Miranda de Wallace, quien era ajena al caso.
Todo fue un montaje, sostiene Noé.
Ese 4 de agosto, días después de la conferencia de prensa en la cual la Policía Federal (PF) lo declaró culpable confeso, el detenido compareció ante el MP, según la copia obtenida por Proceso:
… me empiezan a decir que voy a declararme confeso y asesino de Fernando Martí, diciéndoles que yo no iba a decir eso; por qué iba a decir algo que yo no había hecho. Ya no diciendo nada más me desnudan, me ponen en posición de patito con las manos hacia atrás y me dan una patada en los güevos y me doblo y caigo hacia un lado, agarrándome de las greñas y de los brazos volviéndome a poner en posición de patito, pero ya no puedo mantenerme así…
En los oficios intercambiados entre el juez que lleva la causa penal y la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) –hoy SEIDO– obtenidos por este semanario, las declaraciones en las cuales Noé se retractó y denunció la tortura a la que fue sometido, no se incluyeron en el expediente entregado al Juzgado Decimocuarto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal hasta el 10 de marzo de 2011.
Proceso presenta por primera vez las declaraciones de Noé a partir de los documentos obtenidos.
La versión de Noé, quien aún no ha recibido condena por su presunta participación en el homicidio de Fernando Martí, no sólo reabre el caso sino expone una vez más los montajes orquestados desde la AFI y la PF durante los años del gobierno de Felipe Calderón.
El caso Martí
El 1 de agosto de 2008 fue localizado el cadáver de Fernando Martí, de 14 años, quien había sido secuestrado 53 días antes en un retén policiaco junto con su chofer y un escolta cuando iba a su escuela.
Durante varios días el padre del joven –el empresario Alejandro Martí, socio de una cadena de tiendas deportivas y de gimnasios– negoció con los plagiarios y pagó el millonario rescate. Fue inútil, nunca volvió a ver con vida a su hijo.
El caso sacudió a la opinión pública. Al dolor del empresario se unió la ciudadanía y el 30 de agosto siguiente, en una marcha, hizo suya la frase del atribulado padre de Fernando, quien espetó a las autoridades: “¡Si no pueden, renuncien!”.
A principios de septiembre de ese año, el entonces titular de la PGJDF, Miguel Ángel Mancera, responsabilizó a Sergio Ortiz Juárez, El Apá, un expolicía de la Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, y a la comandante de la PF Lorena González Hernández, La Lore –cercana a Facundo Rosas Rosas y Cárdenas Palomino, colaboradores de García Luna–, de haber participado en el retén policiaco en el que fue secuestrado el menor.
Ese mismo mes la PGJDF detuvo a La Lore. Rosas y García Luna afirmaron que ella no pertenecía a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal. No obstante, la procuraduría exhibió documentos oficiales según los cuales la detenida había sido subdirectora de la Dirección de Secuestros y Robos de esa secretaría. Asimismo el escolta de Fernando Martí, Cristian Salmones, la reconoció como una de las presuntas autoras del plagio, afirmación que aún sostiene.
De acuerdo con los expedientes obtenidos por Proceso, El Apá y La Lore estaban implicados en por lo menos otros ocho secuestros violentos registrados a partir de 2003. Según la Dirección de Investigación, encabezada en esa época por Cárdenas Palomino, la AFI era la responsable de indagar dichos secuestros. Lorena trabajaba ahí, a las órdenes de Cárdenas Palomino.
Pese a ello, nunca aprendieron al Apá ni despidieron ni encarcelaron a La Lore. Alejandro Martí tuvo acceso a toda esa información. Su molestia fue creciendo.
“¿Quién es más culpable, el que hace o el que deja hacer?”, cuestionaba abiertamente a las autoridades. Incluso inició una campaña contra García Luna y sus policías.
Según la información recabada por la reportera, Lorena comenzó a presionar a sus jefes para que la ayudaran a salir del problema; de lo contrario, les dijo, comenzaría a hablar.
El 17 de julio de 2009 Cárdenas Palomino, coordinador de Inteligencia para la Prevención del Delito de la PF, organizó una conferencia de prensa para anunciar la captura de dos supuestos integrantes de la banda de Los Petriciolet, a quienes responsabilizó del secuestro y homicidio de Fernando Martí y Antonio Equihua: Noé Alejandro Soto o Noé Robles Hernández, de 31 años, y José Antonio Montiel Cardoso, de 34, a quienes, dijo, la SSP perseguía desde 2005 por su participación en 14 secuestros y ocho homicidios.
Ambos, dijo, fueron detenidos ese día en una casa de seguridad en Xochimilco. En ese operativo los agentes liberaron a dos víctimas. Según el jefe policiaco, en ese lugar estuvieron presuntamente secuestrados Martí y Equihua.
Para echar por tierra la investigación de la PGJDF, Cárdenas Palomino exhibió un video con la declaración de Robles Hernández en la que el detenido confesó su participación en el secuestro de Martí y de haber sido incluso quien lo mató. Con esa “prueba” intentó deslindar a La Lore y al Apá.
“Esas personas –dijo– no tuvieron nada que ver en ese secuestro.”
En el video se observan cortes, pese a los cuales se alcanzan a observar huellas de los golpes que recibió el detenido en la cara. Noé se ve titubeante.
Después de la presentación del material, Cárdenas Palomino insistió en que ni El Apá ni La Lore estaban implicados con la banda de Los Petriciolet: “… de acuerdo a las declaraciones que nosotros tenemos, no está vinculado él, hasta este momento, con las 14 averiguaciones previas que nosotros tenemos”.
Y sobre La Lore, aseguró: “Según las declaraciones que nos hace el detenido es que Lorena no es la mujer que participa en el retén (donde fue plagiado Fernando Martí), porque la mujer que él refiere es una mujer güera”.
No obstante, cuatro años después del secuestro y homicidio de Fernando Martí los testimonios de Noé echan por tierra la versión de Cárdenas Palomino.
Tortura y montaje
El 4 de agosto de 2009, a través de un abogado, Noé Robles Hernández logró hacer su primera declaración por escrito y desbarató el montaje de los policías subordinados a García Luna.
Dos semanas después, el día 17, solicitó por escrito al MP de la federación adscrito a la Unidad Especializada en Investigación de Secuestros de la PGR que se le practicaran una prueba pericial psicológica y otra de medicina pericial, para que se diagnosticara si había sido víctima de tortura psicológica y física, pero sobre todo para determinar “la manera en que (eso) influyó en el suscrito al momento de rendir mis declaraciones ministeriales”.
En la ampliación de su declaración rendida el 4 de agosto Noé dijo: “… sufrí tortura física y psicológica por los elementos de la Policía Federal que me detuvieron y dicha tortura influyó para que el firmante aceptara diversos delitos que no cometí e involucrando a personas inocentes”.
Semanas después, el 2 de septiembre, Noé se negó a declarar ante el MP. No fue sino hasta el 18 de agosto de 2011 –dos años después de su arresto–, que Noé pudo presentar en una audiencia una declaración escrita de su puño y letra a Roberto Antonio Domínguez Muñoz, juez cuarto de Distrito en Materia de Procesos Penales Federales en el Estado de México, en la cual detalla lo ocurrido.
En esa ocasión, según el documento obtenido por Proceso, habla de la tortura a la que fue sometido y las más de 20 visitas de elementos de la PF en los penales mexiquenses en los que estuvo recluido: el Cefereso 1, en Almoloya –donde actualmente se encuentra– , el de Santiaguito y el de Nuevo Topochico, en Otumba.
Noé afirma que fue detenido por una decena de agentes federales el 16 de julio de 2009 cerca de las dos y media de la tarde en la calle de Mora, casi esquina con Ojo de Agua, en la colonia San Pedro Mártir, cerca de una tiendita, en la delegación Tlalpan, no en Xochimilco, mientras esperaba a su cuñado, José Montiel.
Dice que lo subieron a una camioneta de la PF, mientras que a su cuñado lo introdujeron en un auto. Los policías comenzaron a golpearlo, narra Noé, al tiempo que le preguntaban por Abel Silva Petriciolet, a quien admite haber conocido años atrás, aunque había dejado de frecuentar.
Una comandante se subió al vehículo de la PF y le advirtió: “A partir de hoy vas a decir que fuiste tú, junto con Abel Silva Petriciolet, el autor del secuestro de Fernando Martí y de otros que ya te diré después”. Incluso le mostró unas fotos y le pidió que las mirara bien.
En la camioneta de la PF iba la comandante, a quien no identifica por nombre, y dos policías: Alexar Casillas Vázquez y el comandante Alfonso Olmedo Villarreal, y el chofer, quien iba encapuchado.
Le preguntaron cómo se llamaba la banda con la que trabajaba y cuál era su participación. Él expuso que no pertenecía a ninguna banda. Ellos insistían. Le preguntaron por un sujeto llamado Juan Carlos Martínez Aguilar, El Gonzo; por Guillermo García Camacho, El Memo; por Abel Silva “Petricholi”…
“Vas a decir que Abel y tú participaron en el secuestro de Laura Zapata y Ernestina Sodi, que después formaron otra banda”, le ordenaron. Noé les respondió que no aceptaría la culpa por algo que no hizo.
Después de pasearlo durante varias horas en la camioneta, lo cambiaron a otra donde comenzaron la tortura. Tenía vendados los ojos. “Primero me pusieron una bolsa de plástico y me pegaron en la cabeza y en el estómago hasta que casi me desmayo”.
–¿Ya te dijeron lo que vas a decir? –le decían cada vez que le quitaban la bolsa de la cabeza.
Llegó Alexar Casillas, cuya voz identificó porque lo había visto y escuchado cuando estuvo en la primera camioneta.
–¿Cómo van? –preguntó Alexar a los torturadores.
–No quiere decir nada.
–Este güey se va a echar la culpa del jale de Martí para que ya no esté chingando el pinche viejo, ¿Vas o no vas? –dijo Alexar.
Le dijeron que ya tenían a su familia y que les estaban haciendo lo mismo que a él. “¿A poco vas a dejar que se chinguen?”, le advirtieron.
“Y como estaba agotado y tenía miedo por mi familia, les dije que sí, que diría lo que ellos quisieran.”
Los policías le comentaron: “Recuerda que al niño lo mataste tú, y lo vas a decir en un video más al ratito”. Luego lo llevaron vendado a una casa, donde estuvo sólo cinco minutos. Lo sacaron en un vehículo donde estaba su cuñado, para llevarlos a las instalaciones de la PF en Iztapalapa. Cuando lo bajaron de la camioneta lo llevaron a una oficina donde estaban la comandante, el agente que lo torturó y otro que tenía una cámara de video.
Le ordenaron que se declarara culpable: “Si no haces bien las cosas, te vamos a romper la madre”, le dijeron.
Se equivocó varias veces en la grabación, por lo que le escribieron lo que tenía que decir y comenzó a leerlo. Cuando terminó, lo sacaron y lo subieron a una camioneta y lo condujeron a la oficina donde había estado momentos antes.
“Fue cuando llegó una persona de traje azul que, hoy lo sé, es Luis Cárdenas Palomino, el cual me preguntó: ‘¿Por qué mataste al niño Martí?’”, Noé le respondió con temor que ya se lo había dicho a los de la PF. Su interlocutor le golpeó la cara.
–Pero a mí no me has dicho nada –le espetó Cárdenas Palomino, quien después encabezó la conferencia de prensa para acusar a Noé.
Dice que pasó la mayor parte de la noche sin que lo presentaran ante el MP. Al día siguiente, el 17 de julio de 2009, Noé fue sacado de la camioneta.
“¡Orále, puto! Tienes que verte bien. Te vas a hacer famoso. Me dicen que me lave y me peine”, denunció el detenido.
“Ahorita que te presenten –le dijo un federal encapuchado– no quiero que hables con nadie. Si no haces caso, te voy a regresar y te voy a romper tu madre.”
Después de la conferencia de Cárdenas Palomino fue llevado ante el MP. Noé se negó a declarar. Alexar lo sacó y le recordó que tenía que decir lo acordado. “Por temor a que me volvieran a torturar y por no saber nada de mi familia declaré como me dijeron”, afirmó en la ampliación de declaración.
Al día siguiente, el 18 de julio, aún bajo presión, Noé ratificó la versión ante la PGJDF.
Dijo también que no tuvo asistencia de un abogado hasta que lo llevaron a Barrientos. A partir de entonces contó libremente lo ocurrido el 4 de agosto de 2009 y desmontó la versión de los agentes de la PF.
El detenido fue trasladado al penal de máxima seguridad de La Palma, Estado de México, el 24 de julio de 2009. En el trayecto la comandante que participó en su detención le reprochó por haberle dicho a un abogado que lo torturaron.
La comandante le dijo que “esa que había detenido la Policía Judicial del DF –La Lore– había sido de su equipo y que tenía que señalar a otra como la güera, para sacar a La Lore”.
Noé recibió varias visitas de agentes federales del 11 de agosto de 2009 al 1 de junio de 2011 y entregó una relación de ellas al juez. Señaló con nombres y apellidos a quienes lo presionaron durante su cautiverio: el comandante Alfonso Olmedo Villarreal, los MP Ramón Estrada y Walberto Ramírez.
Ellos intentaron obligarlo a ligar a Abel Silva Petriciolet con la banda de La Flor en un intento por desvirtuar la investigación de la PGJDF. Incluso le llevaron fotos para que conociera a los que debía inculpar.
También lo obligaron a tener careos con Alejandro Martí en cuatro ocasiones, para que le dijera que él había matado a su hijo Fernando y que la banda de Los Petriciolet eran los responsables del plagio.
El empresario siempre acudió acompañado de la señora Isabel Miranda de Wallace, ajena al caso.
El primer encuentro con Alejandro Martí fue el 5 de noviembre de 2009 en la sala de los juzgados del Cefereso 1 donde, dice Noé, tuvo que repetirle la falsa versión. Los siguientes encuentros se realizaron el 29 de diciembre de ese mismo año, y el 22 de abril y el 29 de noviembre de 2010. En todos repitió la versión de la PF.
Noé señala a Alfonso Olmedo Villarreal, entonces comandante de la PF, Alexar Casillas Vázquez, Abel González Mérida y a los agentes del Ministerio Público Ramón Estrada y Walberto Ramírez como los que lo presionaron.
Durante más de cuatro años la PGJDF y la PGR sólo conocieron la versión fabricada por la PF.
Miguel Ángel Mancera, entonces procurador del DF, ha defendido siempre que la investigación realizada por la dependencia que encabezó arrojó que El Apá y La Lore son los responsables en el caso Martí y en otros secuestros.