Veracruz: “levantón” al general
POR: MUSSIO CARDENAS ARELLANO.
Algo tienen los militares que atrae al crimen organizado. Y si son de alto rango, más. A Sergio López Esquer, naciendo el duartismo, lo emboscaron y casi le quitan la vida. A Martín Cordero Luqueño le dieron su “levantón” y lo dejaron ir.
Desafiantes, los malosos van por ellos, por los generales, sacudiendo las estructuras de la milicia, hiriendo al Ejército, minando a la Naval, tocando las puertas del círculo del poder. Y retando.
López Esquer recibió literalmente metralla, ráfagas de bala, seguido y perseguido, acosado por sicarios que en el camino fueron diezmados, cimbrando al gobierno de Javier Duarte, del que el general era secretario de Seguridad, heredado por el régimen de la fidelidad. Días después, López Esquer renunció.
Cordero Luqueño, director de Seguridad Ciudadana y Tránsito Municipal de Boca del Río, donde gobiernan los Yunes azules, dejó de tener contacto desde la madrugada del jueves 6. Iban con él un subdirector, un perito y un operador de Tránsito y Protección Civil. Fueron liberados por la mañana. ¿Es mensaje para el Clan Yunes?
Por su rango y jerarquía, las estrellas y medallas, atacar a un general es agravio a la investidura militar y al poder político, que en el gobierno duartista, tras el atentado a López Esquer y el tiradero de cadáveres en Boca del Río, 35 cuerpos en la zona turística, forzó el acuerdo que le dio al crimen organizado las condiciones para operar sin restricciones en Veracruz.
El de López Esquer fue un hecho inédito. Ocurrió el 29 de junio de 2011, en Villarín, en las cercanías del puerto de Veracruz, mientras se dirigía al aeropuerto Heriberto Jara en una camioneta Suburban blindaje nivel 5.
Así lo reseñaba Regina Martínez, corresponsal entonces de la revista Proceso, asesinada casi un año después, crimen que permanece impune.
“Un grupo de delincuentes embistió el auto en que viajaban los escoltas en la carretera y posteriormente otro grupo se dirigió a la vivienda, al parecer también del secretario”, dijo el comandante de la Tercera Zona Naval, Víctor Manuel Gamboa Carballo.
La vivienda atacada se hallaba en el fraccionamiento El Conchal, en Alvarado, municipio cercano a Boca del Río y a Veracruz. Sobre las paredes quedaron las huellas de los disparos, lanzadas con armamento pesado.
“Eso fue lo que sucedió en un domicilio, aparentemente del mismo general (López Esquer). Acudió el mismo personal y cuando llegó nuestra gente, aquellos (los delincuentes) ya habían desaparecido, huyeron.
“Hubo una intervención de la delincuencia organizada —agregaba Gamboa Carballo—, donde participó también personal de la Marina en apoyo a este ataque que sufrió personal de Seguridad Pública; y el saldo es el mismo que han reportado de las personas lastimadas, heridos o fallecidos, es exactamente lo mismo, no podemos variar porque es un parte oficial”.
Dos escoltas de López Esquer fallecieron. Tres sicarios fueron abatidos y a cinco más se les detuvo. Los que atacaron el domicilio del entonces secretario de Seguridad Pública huyeron.
“De acuerdo con las primeras versiones —puntualizaba—, la noche del miércoles los policías repelieron la agresión de los delincuentes luego de volver del aeropuerto Heriberto Jara Corona, a donde llevaron a López Esquer quien viajaría a la Ciudad de México.
“El enfrentamiento fue confirmado minutos después por el gobernador Javier Duarte a través de su cuenta de Twitter, en donde señaló. ‘Acaba de efectuarse un enfrentamiento entre personal de la SSP estatal y la delincuencia organizada en la zona de Villarín. No hay civiles afectados’ ”.
López Esquel salvó la vida por la acción de su escolta, el apoyo de la Naval y el blindaje de la camioneta Suburban en que viajaba. Su personal se movía en otros dos autos, igualmente blindados. Salvó su vida y días después se fue.
Hoy es Cordero Luqueño quien sufre la embestida del crimen organizado, un “levantón”. Con sumo hermetismo, el gobierno yunista admite el hecho, sin detalles, sin revelar el móvil y la pretensión del grupo agresor.
Cordero Luqueño, general retirado, es titular de la Dirección de Seguridad Ciudadana de Boca del Río, el feudo de los Yunes azules, donde gobierna Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del gobernador de Veracruz.
Con él viajaban el subdirector de Tránsito, Ramón Herrera Ramírez; un perito y un operador de la Dirección de Tránsito y Protección Civil del Ayuntamiento, quienes fueron liberados luego de haber sido “levantados”.
Viajaban sobre el carril de alta velocidad, sentido norte-sur, del bulevar turístico Presidentes. Su camioneta tenía impreso el escudo del ayuntamiento de Boca del Río. Es la unidad 216 de Protección Civil, placas XV73339.
Un grupo armado les cerró el paso y los interceptó, sin dar tiempo a que el general Cordero Luqueño y su personal pudieran evitar el “levantón”. El suceso ocurrió a la altura del puente del Infonavit El Morro. Ahí quedó abandonado el vehículo.
Poco dice el gobierno yunista del agravio al general. Oculta la intención. “Cordero Luqueño —sólo refiere el comunicado oficial— se encuentra en sus oficinas de la Dirección de Tránsito y Protección Civil del Ayuntamiento de Boca del Río, en perfectas condiciones de salud”. Y anuncia que las corporaciones de seguridad federales y estatales continúan con las “tareas de localización de los sujetos que lo privaron ilegalmente de su libertad”.
Un mes atrás, tres marinos fueron levantados en Veracruz y nada se sabe de ellos. Todo se guarda en el más secreto sigilo.
Adscritos al área de inteligencia naval, operaban vestidos de civil, infiltrados en las bandas delincuenciales, conociendo sus secretos, su capacidad de acción, los volúmenes de droga, sus contactos, la identidad de sus integrantes, a quienes habían podido corromper y el elemento clave: su estructura financiera.
Con ella se compra droga y armamento, se paga a sicarios y halcones, se rentan casas de seguridad, se sufraga el combustible o la compra de vehículos, se soborna a policías, MP, jueces, informantes en el aparato de poder.
Cordero Luqueño no es un general más. Se maneja en el entorno yunista de Boca del Río, en el círculo de confianza del alcalde Miguel Ángel Yunes Márquez.
Desafía así el crimen organizado al gobierno yunista, en el clímax de la violencia, cuando la inseguridad continúa en ascenso y la promesa de Miguel Ángel Yunes de devolver la tranquilidad en 60 días luego de asumir el poder, no se cumplió.
Así desafió al gobierno de Javier Duarte y finalmente se coludió. Primero fue el atentado a López Esquer, luego el tiradero de cadáveres en Veracruz y Boca del Río, las balaceras callejeras, el granadazo del Acuario. Siguió la negociación. Y nació el Cártel de Duarte.
Con uno y otro, López Esquer y Cordero Luqueño, generales ambos, se evidencia la beligerancia del crimen organizado, sus alcances, el reto al Estado y el desafío al gobierno de Veracruz.
A Cordero Luqueño se le daba como relevo de Jaime Téllez Marié en la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz. Y de pronto viene el levantón.
Algo tienen los militares. Algo que fascina a los malosos. Y si son de alto rango, más.
O les tiran bala o los privan de su libertad.
CON INFORMACIÓN DE: MUSSIO CARDENAS ARELLANO.
–