JUEVES, OCTUBRE 27, 2011
Borrachazos, congruencias, Elba.
Jorge Fernández Menéndez
Son una vergüenza. Si los hechos y los dichos de nuestros políticos formaran parte del guión de alguna vieja película de los hermanos Marx o de los Tres Chiflados, podrían ser divertidos, pero lo terrible es que estos hombres y mujeres tienen en sus manos el destino de un país y de más de 100 millones de personas.
Claro que hay distancias, diferencias, contrapuntos notables. Se supone que en la misma corriente política están el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que hoy recibe, muy merecidamente, la medalla Belisario Domínguez, y quien fue su compañero en la Corriente Democrática, Porfirio Muñoz Ledo. Pero mientras Cárdenas se ha convertido en un referente de la integridad y la responsabilidad, de la congruencia y el sentido de Estado (ayer entrevistaba a su acérrimo adversario Carlos Salinas de Gortari y el ex presidente no tuvo más que elogios hacia la trayectoria de Cárdenas), Porfirio era protagonista, junto con los inefables Jaime Cárdenas y el impresentable Gerardo Fernández Noroña, del enésimo escándalo en la cámara de diputados: un Porfirio que ha sido presidente del PRI, presidente del PRD, en los últimos años candidato del desaparecido PARM, dirigente y embajador para Vicente Fox, repentinamente lopezobradorista, ahora diputado del PT y “periodista”, con un muy buen salario, en el canal del gobierno del Estado de México, invitado en su momento por Enrique Peña Nieto.
Mientras Cárdenas homenajeaba junto con su hijo Lázaro, al ex presidente brasileño Luis Inácio Lula Da Silva y se preparaba para la Belisario Domínguez, Porfirio y sus compañeros protagonizaban un escándalo de acusaciones mutuas de borrachazos en pleno San Lázaro que obligaba a suspender la sesión donde se estaba discutiendo la reforma política. Nadie puede hablar de su congruencia, responsabilidad e integridad.
Las cosas que se dijeron los legisladores ayer en San Lázaro, las cosas que hicieron, sobre todo Fernández Noroña, llevando sus propios micrófonos, sus campanas, retando a golpes a sus supuestos pares, son indescriptibles. Algún priista, acusado a su vez de estar borracho, dijo en tribuna que el cuerpo de Porfirio estaba conformado por un 10% de botana y un 90% de alcohol, mientras se suponía que tenían que estar discutiendo ordenamientos fundamentales para la organización política del Estado mexicano.
Pero no es sólo el congreso. Ahora resulta que Elba Esther Gordillo sí es monedita de oro. Muchos de los mismos personajes que han vilipendiado una y otra vez a la líder del sindicato de maestros, de los que han dicho que en realidad su voto no vale, ahora se están peleando por tratar de amarrar una coalición electoral con su partido Nueva Alianza. Muchas veces hemos dicho que gusten o no, se esté o no de acuerdo con ellos, tanto el Partido Verde como Nueva Alianza son fuerzas políticas reales, que tienen votos y espacios, y que deben ser tomados en cuenta porque sobre todo en elecciones cerradas, porque su peso alcanza para inclinar el resultado. No son el PARM o el PPS, o aquel tristemente célebre partido de los Riojas (creo que así se llamaban). Son fuerzas políticas reales.
El hecho es que Peña Nieto viene trabajando esa alianza con Elba Esther desde mucho tiempo atrás. El mayor obstáculo que tenía era la desconfianza de varios sectores del PRI y sobre todo del rival de Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones. En el reciente encuentro de ambos en Querétaro, Peña confirmó que van por la alianza con la maestra y Manlio lo refrendó, con un “siempre hemos sido aliados de las maestras y maestros de México”. Nueva Alianza y el Verde irán en coalición con el PRI, para el 2012. Esa alianza se ratificará antes del 15 de noviembre.
Pero entonces en el PAN primero decidieron que en el 2006, Elba Esther no había tenido ninguna influencia en el triunfo de Felipe Calderón (¿de verdad lo creerán?), pero alguien los debe haber sacado del error porque horas después Ernesto Cordero dijo que sí, que él sí quiere una alianza con Elba Esther para el 2012, y le urgió a su partido a establecerla. Al mismo tiempo invitó a Marcelo Ebrard a dejar al PRD para irse al PAN. El problema es que unas 72 horas antes había entrevistado a José Espina, el responsable de la política electoral del PAN, quien me había asegurado que el PAN iría solo a las elecciones y que no haría alianza con ninguna otra fuerza política con registro.
Y como colofón, en la dirigencia del PRD siguen responsabilizando del desastre de sus elecciones internas al Trife porque los apuró a organizar en 45 días unas elecciones que tendrían que haber realizado apenas en enero pasado. Decía Groucho Marx que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. ¿O no?
Son una vergüenza. Si los hechos y los dichos de nuestros políticos formaran parte del guión de alguna vieja película de los hermanos Marx o de los Tres Chiflados, podrían ser divertidos, pero lo terrible es que estos hombres y mujeres tienen en sus manos el destino de un país y de más de 100 millones de personas.
Claro que hay distancias, diferencias, contrapuntos notables. Se supone que en la misma corriente política están el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que hoy recibe, muy merecidamente, la medalla Belisario Domínguez, y quien fue su compañero en la Corriente Democrática, Porfirio Muñoz Ledo. Pero mientras Cárdenas se ha convertido en un referente de la integridad y la responsabilidad, de la congruencia y el sentido de Estado (ayer entrevistaba a su acérrimo adversario Carlos Salinas de Gortari y el ex presidente no tuvo más que elogios hacia la trayectoria de Cárdenas), Porfirio era protagonista, junto con los inefables Jaime Cárdenas y el impresentable Gerardo Fernández Noroña, del enésimo escándalo en la cámara de diputados: un Porfirio que ha sido presidente del PRI, presidente del PRD, en los últimos años candidato del desaparecido PARM, dirigente y embajador para Vicente Fox, repentinamente lopezobradorista, ahora diputado del PT y “periodista”, con un muy buen salario, en el canal del gobierno del Estado de México, invitado en su momento por Enrique Peña Nieto.
Mientras Cárdenas homenajeaba junto con su hijo Lázaro, al ex presidente brasileño Luis Inácio Lula Da Silva y se preparaba para la Belisario Domínguez, Porfirio y sus compañeros protagonizaban un escándalo de acusaciones mutuas de borrachazos en pleno San Lázaro que obligaba a suspender la sesión donde se estaba discutiendo la reforma política. Nadie puede hablar de su congruencia, responsabilidad e integridad.
Las cosas que se dijeron los legisladores ayer en San Lázaro, las cosas que hicieron, sobre todo Fernández Noroña, llevando sus propios micrófonos, sus campanas, retando a golpes a sus supuestos pares, son indescriptibles. Algún priista, acusado a su vez de estar borracho, dijo en tribuna que el cuerpo de Porfirio estaba conformado por un 10% de botana y un 90% de alcohol, mientras se suponía que tenían que estar discutiendo ordenamientos fundamentales para la organización política del Estado mexicano.
Pero no es sólo el congreso. Ahora resulta que Elba Esther Gordillo sí es monedita de oro. Muchos de los mismos personajes que han vilipendiado una y otra vez a la líder del sindicato de maestros, de los que han dicho que en realidad su voto no vale, ahora se están peleando por tratar de amarrar una coalición electoral con su partido Nueva Alianza. Muchas veces hemos dicho que gusten o no, se esté o no de acuerdo con ellos, tanto el Partido Verde como Nueva Alianza son fuerzas políticas reales, que tienen votos y espacios, y que deben ser tomados en cuenta porque sobre todo en elecciones cerradas, porque su peso alcanza para inclinar el resultado. No son el PARM o el PPS, o aquel tristemente célebre partido de los Riojas (creo que así se llamaban). Son fuerzas políticas reales.
El hecho es que Peña Nieto viene trabajando esa alianza con Elba Esther desde mucho tiempo atrás. El mayor obstáculo que tenía era la desconfianza de varios sectores del PRI y sobre todo del rival de Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones. En el reciente encuentro de ambos en Querétaro, Peña confirmó que van por la alianza con la maestra y Manlio lo refrendó, con un “siempre hemos sido aliados de las maestras y maestros de México”. Nueva Alianza y el Verde irán en coalición con el PRI, para el 2012. Esa alianza se ratificará antes del 15 de noviembre.
Pero entonces en el PAN primero decidieron que en el 2006, Elba Esther no había tenido ninguna influencia en el triunfo de Felipe Calderón (¿de verdad lo creerán?), pero alguien los debe haber sacado del error porque horas después Ernesto Cordero dijo que sí, que él sí quiere una alianza con Elba Esther para el 2012, y le urgió a su partido a establecerla. Al mismo tiempo invitó a Marcelo Ebrard a dejar al PRD para irse al PAN. El problema es que unas 72 horas antes había entrevistado a José Espina, el responsable de la política electoral del PAN, quien me había asegurado que el PAN iría solo a las elecciones y que no haría alianza con ninguna otra fuerza política con registro.
Y como colofón, en la dirigencia del PRD siguen responsabilizando del desastre de sus elecciones internas al Trife porque los apuró a organizar en 45 días unas elecciones que tendrían que haber realizado apenas en enero pasado. Decía Groucho Marx que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. ¿O no?