Manuel Espino acusa en su libro El poder del águila: Felipe Calderón saboteó la campaña de la candidata del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, y prefirió pactar con Enrique Peña Nieto.
Álvaro Delgado.
Viernes 02 de Noviembre del 2012.
Expulsado del PAN por órdenes del propio Calderón, según él, Espino afirma en su libro que está en circulación, editado por Miguel Angel Porrúa, que la derrota fue también consecuencia de los errores de Vázquez Mota, de su “hechura artificial y (la) fragilidad de sus propuestas”, así como del abandono del PAN y su presidente, Gustavo Madero.
De Vázquez Mota escribe: “Sin solidez estratégica en su campaña, con una gran improvisación de acciones mal ejecutadas y cambios abruptos en la agenda, rápido cayó en el desorden. Esas y otras evidentes deficiencias fueron aspectos que desde el primer momento mermaron sus ya de entrada escasas posibilidades”.
Y enseguida señala: “Con ese pretexto Calderón secuestró al comité de campaña imponiendo a sus incondicionales. Aquí se dio un punto de inflexión: en lo que más pareció un sabotaje que un intento de ayudar genuinamente, el presidente ‘reforzó’ a la candidata con un equipo de reconocidos perdedores, personajes carentes de experiencia exitosa en campañas y que repetidamente han mostrado su incapacidad de operar electoralmente”.
Añade: “Los mismos que fueron derrotados en ciudades emblemáticas para el PAN durante el sexenio recibieron un encargo para el que evidentemente no estaban preparados: ganar una contienda presidencial”.
Refiriéndose a Juan Ignacio Zavala, Guillermo Anaya Llamas, Maximiliano Cortázar, su cuñado, compadre y exvocero de Calderón, Espino enjuicia:
“Ese grupo de desprestigiados calderonistas suplantó al equipo josefinista, como si de un Caballo de Troya se tratase. Los resultados sugieren que por no haber quedado su delfín, Ernesto Cordero, Calderón decidió impedir que Vázquez Mota ganara la presidencia”.
En el capítulo “La derrota anticipada del PAN” –uno de los diez que integran el libro de 420 páginas, que apenas el miércoles fue presentado en el Polyfórum Siqueiros–, Espino se ocupa también del PAN, de sus dirigentes y específicamente de Madero:
“Ante la debacle comenzó la emigración de dirigentes y líderes regionales del PAN. Incluso el mismo presidente nacional del partido, Gustavo Madero, descuidó la campaña para regresar a su escaño de senador. Por su parte, con las piedras dejadas por las ruinas de lo que destruyeron, los calderonistas comenzaron a construir puentes con el puntero en las encuestas, lo que equivale a una rendición de la casa presidencial”.
Esta total ausencia de compromiso y de mística de la cúpula del PAN, la falta de capacidad de Vázquez Mota en el primer debate –que “la colocó en un escaparate que demostró su hechura artificial y la fragilidad de sus propuestas”–, así como las justificaciones de “falta de recursos” para la campaña, generó desánimo y resignación entre panistas, apunta Espino.
“La candidata demostró que era diferente: Con capacidades y talentos menos desarrollados que los de sus competidores. así, un mes antes de la elección ya había quedado relegada a una tercera y lejana posición en la competencia. Para los electores, la opinión pública y los analistas serios quedó claro que la suerte ya estaba echada. Al paso de los días y de los desangelados eventos de campaña del PAN, cada vez más mexicanos comenzaron a decir: ‘Josefina no va a ganar la elección’. No era clarividencia política, sino sentido común”.
Articulo: Proceso.